El aprendizaje a lo largo de la vida
- María Gil Povea, 2º de Bachillerato
- 27 abr 2016
- 1 Min. de lectura

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El aprendizaje equivale al conocimiento, pero ¿de qué? ¿de lo que queremos o lo que debemos? La respuesta a qué es el aprendizaje suele ser “algo nuevo que sirve para formarse”, pero esto plantea numerosos interrogantes ¿es algo inherente al propio proceso educativo o es una simple exigencia escolar y social? ¿aportará el aprendizaje permanentes beneficios?.
La educación permanente es una lucha constante que relacionamos con los beneficios profesionales o sociales que actúan como estímulos de participación para el aprendizaje; de este modo no creemos en la posibilidad de conceder mayor atención a otros beneficios como la salud y el bienestar.
Hemos quedado reducidos a “hombre económico”, hemos empujado la educación como algo necesario y urgente, aunque es cierto que cuando no se hace nada por avanzar, se retrocede. Es necesario la autoexigencia, el espíritu crítico y la insatisfacción estimulante, es decir, no esperar, hacer. Ante esta situación “reduccionista” de la educación como proceso, no está de más proponerse retos, pero si todo está por hacer ¿entonces todo es posible?
Los retos en la sociedad deben llevar en sí tanto la inserción profesional como el ejercicio de la ciudadanía. Para ello, toda persona debe procurar su mejora, pues mantenerse en actividad es poner en valor la experiencia de vivir. Además de la mejora productiva podemos poner en práctica la mejora permanente de aquello que deseamos, de esta manera el momento de aprendizaje nunca pasa.
El objetivo es alcanzar la plenitud de la construcción personal y concebir la educación como un proceso que acompaña al hombre durante toda su vida.
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